Por Inés Agresott
Inés Agressott, coordinadora del colectivo Mujeres Migrantes Maltratadas (MMM) del Perú, denuncia la indiferencia del Estado peruano, del feminismo blanco y de una sociedad que las trata con desprecio, las agrede, aplasta e invisibiliza.
Perú es un país diverso, multicultural, con grandes riquezas naturales, pero también mucha pobreza y abandono. Siempre escuchas explicar por qué esas diferencias, y es el tema histórico del resentimiento, explotación y humillación realizada desde la conquista española hasta el presente. Las taras malignas como la discriminación, en todas sus formas, y la total falta de unión y consciencia colectiva, permite la vulneración de los más mínimos derechos de sectores y grupos sociales, excluidos y marginados, heredadas del traumático pasado histórico.
Y ahí entramos nosotras, las mujeres migrantes que llegamos al Perú. La particularidad de nuestro colectivo es que todas, de una u otra forma, hemos sido o somos parejas de peruanos. Muchas de nosotras tenemos hijos peruanos, algunas con nietos peruanos, y todas hemos sufrido alguna clase de violencia de genero. Y es en ese momento en que nos convertimos en víctimas, que buscamos ayuda, primero del Estado, el cual, desde sus diferentes instancias, nos la niega, revictimizándonos, y además discrimina.
La comisaría, que no acepta la denuncia, el Ministerio de la Mujer (MIMP) – donde no se preocupan si es que contratan agresores, feminicidas, xenófobos, racistas, etc. – no se sabe si acepta la denuncia o no, pero igual no funciona; su línea 100, Centro de Emergencia Mujer (CEM), de miles y miles de peruanas víctimas de violencia. Un Poder Judicial y Ministerio Público igualmente machistas y corruptos, y finalmente una sociedad que ha normalizado la violencia, abuso, violación y muerte de mujeres y niñes, que justifican todo lo que nos pasa, más aún si somos extranjeras.
A todo esto, agregas la Superintendencia Nacional de Migraciones que, a pesar de los avances legales en los últimos años, siguen teniendo funcionarios que se valen de una serie de artimañas jurídicas y burocráticas para poder perseguirnos de vez en cuando, y dejarnos casi todos los años irregulares.
El colectivo Mujeres Migrantes Extranjeras (MMM) está conformado por mujeres de diferentes países, principalmente de Latinoamérica y también europeas. Hay analfabetas, con estudios medios y otras con maestrías, algunas bastante religiosas, otras ateas, agnósticas, militantes feministas, lesbianas, señoras amas de casa, con inclinaciones de izquierda y derecha. Es una variedad de culturas y pensamientos que se encuentra unidas por el abuso sufrido en estas tierras, y los vacíos migratorios que nos llevan, años tras años, a renovar una residencia precaria, a pesar de tener familia e hijos peruanos, y llevar décadas en el país.
Por eso tenemos años luchando por una Ley que nos permita el acceso a la residencia y nacionalización por nuestros hijos y por violencia familiar, además la posibilidad de salir del país con nuestros hijos menores de edad en casos de violencia familiar y deuda de alimentos.
En esta completa vulnerabilidad, en algunas ocasiones con niños pequeños, perseguidas y maltratadas, tocamos las puertas de toda organización que tuviera que ver con los derechos humanos, léase Amnistía Internacional, ONU, OIM, IDL, hasta OXFAM, que no tenía nada que ver estos casos, además de las feministas como Flora Tristán, Manuela Ramos, etc., etc., y etc. Y la respuesta siempre fue la misma, no veían casos de migrantes. Buscamos en el feminismo el apoyo sororo, ante tanta violencia e indiferencia, y ahí con pena encontramos colectivos divididos, teóricos y muchas veces clasista, sin ningún nivel de empatía hacia aquellas que éramos agredidas por nuestras parejas.
Es cierto que en varias de esas organizaciones siempre existen activistas que creen en lo correcto, y son sensibles al dolor ajeno, pero no son la mayoría de las que trabajan en estos pequeños reinos matriarcales machistas, y con todas las discriminaciones existentes en la tierra. Un feminismo etnográfico privilegiado, que no solo actúa así con nosotras, si no con aquellas que son pobres, o no responden al estereotipo por ser madres, poco instruidas, sindicalizadas, o simplemente heterosexuales.
La fuerza del movimiento #MeToo en Estados Unidos y en el mundo se fundó en la valentía de las denunciantes y la solidaridad de las mujeres con ellas; lo que permitió anteponer la fuerza y contundencia de la denuncia a la posible simpatía, imagen o poder de los denunciados. En nuestro caso si una compañera lesbiana golpea a su pareja, comienzan los actuares abusivos de quienes creen tener el poder hacia otras mujeres, y escudarse en el feminismo porque representan la lucha en contra del abuso patriarcal al que hemos sido sometidas las mujeres a través de la historia. Abusos que no puedes denunciar porque dañaría al feminismo incipiente, gregario y discriminador existente en Perú. Candidatas al congreso que dicen que lucharán por las mujeres, pero que defienden a capa y espada a sus amigos agresores, ‘periodistas imparciales’ que apoyan totalmente a su amigo agresor, con sentencia judicial, y ayudan a separar a una niña de 6 años de su madre extranjera, porque su amigo es bueno y ‘feministo progre’. Feministas que excusan y justifican a su amiga ‘influencer’ para atacar a una jovencita extranjera, que a los 16 años fue seducida por la adulta y directora de la escuela donde estudiaba. O el caso de la compañera chilena, artista feminista y cantante, que acompañaba a todos los eventos que reivindicaban los derechos de las mujeres, organizados por cualquier movimiento feminista, mientras que ella y su familia no tenían residencia en el país, y ninguna de las que usaron su feminismo la apoyaron al momento de la pandemia y de la necesidad de documentos. Esos comportamientos que tanto odiamos en la sociedad machista y patriarcal, se ven emulados en el mundo del feminismo blanco peruano.
Todo lo anterior se presenta mientras nosotras, las Mujeres Migrantes Extranjeras, seguimos siendo invisibilizadas, ignoradas y abusadas por las parejas, el Estado y una sociedad que ahora tiene como excusa perfecta la xenofobia hacia el éxodo masivo de ciudadanos venezolanos para poder seguir perpetuando el abuso hacia sus mujeres, las madres de sus hijos y negar el mínimo derecho que corresponde a un ser humano.
El feminismo debe ser de todas las mujeres, sin importar nuestra orientación sexual, clase social, raza, procedencia, nivel de educación; luchando por no más violencia contra nosotras y nuestros niñes, la igualdad y respeto que nos adeuda la historia. Sororidad al tratar de entendernos que cada una de nosotras será feminista en su momento, pero trabajando en masificarlo. popularizarlo y empatizarnos con las más débiles y que tienen menos acceso a todo. Eso es feminismo, todo lo demás es la simple reproducción de la discriminación patriarcal neoliberal capitalista, mal llevada e impuesta por sus privilegios y educación.
O como decía Ángela Davis, militante probada no en las palabras sino en la lucha por los derechos y contra la represión: «el feminismo que el mundo necesita es un feminismo que desafíe el racismo y el capitalismo global», y dentro de ello se incluye, por supuesto, también la xenofobia (fobia al extranjero) y aporofobia (fobia al pobre).
Seis cosas que debes saber sobre las mujeres migrantes maltratadas en Perú
1. Antes de la diáspora venezolana, que empieza el 2016, había poca información oficial acerca de los migrantes en el Perú. Se estimaba, por datos de la Defensoría del Pueblo y de abogados que trabajaban en el tema migratorio, que no llegaban ni a cien mil personas de diferentes nacionalidades. De ellas, un 10 a 15% tenía problemas migratorios por motivo de familia, tomando como base la legislación migratoria vigente de 1992, el Decreto Legislativo Nº 703.
2. La persecución a los migrantes se agudizó el 2014, en el gobierno de Ollanta Humala y con Daniel Urresti como ministro del Interior. Defensoría del Pueblo con la ayuda del Parlamentario Andino, Alberto Adrianzén, en el 2014 realizan un informe, acerca de los atropellos cometidos contra extranjeros con familia peruana, adjunto informe. En el año 2015, la ONU, llama la atención a Perú por el maltrato a los trabajadores migrantes residentes en Perú en el informe de la “Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares” Adjunto documento.
3. Cifras al 2019 sobre migrantes en Perú: https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/inmigracion/peru#:~:text=En%20Per%C3%BA%20viven%2C%20seg%C3%BAn%20publica,%2C%20que%20son%20el%2045.75%25.
Actualmente las cifras oficiales de mujeres migrantes solo se limitan a venezolanas.
4. En nuestro Colectivo hubo al inicio también migrantes venezolanas, cuando todavía eran pocas, pero salen luego de la llegada masiva, y que se forman las ONGS de venezolanos, que reciben apoyo económico del exterior, así como en las ONGs peruanas. Además de los decretos y leyes migratorios que agilizaban y facilitaban trámites, que a la vez permitían acceso a servicios de salud, educación, y trabajo, que a nosotras siempre nos negaron.
5. Actualmente nuestro colectivo cuenta con alrededor de 50 integrantes. Esta cifra fluctúa, porque muchas de las compañeras, al solucionarse su problema, se retiran del Colectivo ya que su deseo es salir del país, mientras alrededor de 15 integrantes siempre permanecen, generalmente son las mayores que residen en Perú por más de 10 años hasta 40 años, que tienen hijos adultos y nietos.
Tenemos por ejemplo el caso de María de los Ángeles Rodríguez Campos, costarricense que tiene alrededor de 40 años en Perú. Ella fue víctima de violencia familiar, nunca tuvo residencia legal en el país porque su esposo peruano jamás tramitó sus documentos. Hasta hace un par de años, era el único que podía tramitarlos ante Migraciones, lo que abría todo un espectro de abusos por parte de los machos hacia sus esposas esclavas extranjeras. A eso se agregó la acumulación de una gran deuda por permanencia irregular en el país, lo que hacía casi imposible que pudiera formalizar su residencia. Por eso cuando su esposo muere, queda a la deriva legal, porque los hijos en Perú no dan arraigo, en una cultura extremadamente machista. Así que María vivió toda una vida al margen de cualquier posible legalidad, acceso a la salud, o gestión que requiriera algún documento de identificación.
6. También se nos impide salir del país con nuestros hijos menores de edad, se debe contar con la autorización del padre, sin importar que el padre sea un agresor o deudor de alimentos. Eso paso con nuestra compañera Natalia Bresó, quien teniendo una conciliación que le permitía salir con la niña, además de existir una deuda de alimentos, se le aplicó la restitución internacional a través del MIMP, porque su ex pareja tenía una red de influencias y apoyo de algunas feministas y abogadas de derechos humanos. Natalia, fue separada de su hija de 6 años, estuvo presa, afronta varios procesos judiciales, hoy tiene casi 4 años que no ve a la niña porque en este sistema, además contando con el apoyo de su red familiar y amical, a este hombre se le celebra y permite decidir que la niña crezca sin madre.
Siendo totalmente conscientes de estas circunstancias, ninguna de nosotras sale del país, para no separarse de los niños, a pesar que el Estado cómplice es consciente no puede asegurar la integridad física ni emocional de nosotras y de nuestros niños.
Inés Agresott es Coordinadora de Mujeres Migrantes Maltratadas (MMM) en el Perú. Nacida en Cartagena de Indias Colombia. Antes fue cineclubista y productora audiovisual.
Actualmente es activista de Derechos Humanos de las mujeres migrantes.
«En el 2014, migraciones del Perú se negó a renovar mi residencia en un acto de xenofobia y racismo, conocí a otras mujeres en peores condiciones que la mía, casadas con hombres peruanos violentos, separadas de sus hijos, nos unimos y nació Mujeres Migrantes Maltratadas Perú.
Desde hace años tratamos de exponer de manera pública la violacion y violencia a la que nos expone el Estado peruano a través de sus diferentes organismos y que por Ley convertía a nuestro agresor en la única persona que podía tramitar nuestra residencia
Plantones, performance e intervenciones culturales, lograron que en el 2017 nos otorgaran la residencia por nuestros hijos. Hoy nuestra consigna es «residencia y nacionalización por nuestros hijos y violencia familiar. Además de la posibilidad de salir del país con nuestros hijos menores de edad por violencia familiar y por deuda de alimentos» «.
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