Por Suiry Sobrino Verástegui
El viernes 15 de enero, Augusto Álvarez Rodrich, conductor del programa digital Claro y Directo de RTV, invitó a la reconocida periodista Paola Ugaz para conversar sobre el feminismo en el Perú, a raíz de la publicación del libro “¿Será que soy feminista?” de la también periodista mexicana Almar Guillermopietro. En esta nota, analizaré los puntos que abordaron en la conversación que no comparto, y explicaré la necesidad de poner en debate las prácticas comunicacionales con ética feminista.
Quiero pensar que el año pasado fue trascendental para sentar las bases de la transformación de las comunicaciones hacia una práctica con ética feminista. Lo creo porque fue precisamente el año pasado, que tuvo lugar la publicación de la resolución del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana, que declaró fundada la queja de Yanira Dávila, conductora de Aprendo en casa; y exhortó al diario La República, a no propiciar el ciberacoso y a llevar a cabo un programa de formación continua en periodismo con enfoque de género. A pesar de que esta resolución marca un hito y fue celebrada por varias y varios profesionales de las comunicaciones; el diario la cuestionó con en una editorial que tituló “En defensa de la noticia”, en donde no solo no asumen ninguna responsabilidad, sino que también señalaban que varias partes del documento violan “ irrenunciables preceptos de la libertad de expresión”.
Esta introducción es necesaria para analizar desde qué postura ideológica, Alvarez Rodrich, plantea una entrevista crítica hacia el feminismo peruano. Puesto que a pesar de reconcocerse como feminista, carga consigo la sombra de la justicación a la violencia simbólica hacia las mujeres ejercida por el medio del que es parte. Lo que me permite la siguiente reflexión: ¿hace cuánto que ser feminista no significa más que repetir un discurso superficial de rechazo a la violenciamientras, al mismo tiempo, se violenta o deja violentar a las mujeres?
«No es que con el #HermanaYoTeCreo buscamos que no haya investigación, sino que se cuestionen los métodos que se han utilizado para hacerlo, que nos dejan a las mujeres sin más armas de defensa que nuestras redes sociales«.
Esa pregunta se relaciona con mi principal problema con la entrevista: la reducción del feminismo a un movimiento homogéneo. cuyo propósito es acumular likes en redes sociales y que requiere de un asesoramiento profesional para “ganar aliados”. Es esta erradavisión del feminismo, la que permite que se propaguen una secuencia de imprecisiones y falacias durante todo el programa. Acá algunas:
- “A mí no me basta el #MeToo”: Paola Ugaz menciona que como periodista que se basa en hechos, el #MeToo no es suficiente. Sobre esto, me gustaría decir que el #MeToo no es una teoría del periodismo, sino un movimiento social que debe analizarse desde la complejidad de las dinámicas de género y el acceso a la justicia en cada espacio demográfico en donde se haya viralizado. El #HermanaYoTe creo (en español), ha sido malinterpretado en favor de los grupos políticos antiderecho y misóginos, como si con esta consigna les feministas, quisiéramos que se nos permita pasar por encima del debido proceso. Cuando en realidad, es una postura política de hermandad entre mujeres
,ante la justicia patriarcal que históricamente ha silenciado nuestras voces. Es una consigna que intenta construir una barricada digital para las víctimas, por quienes sabemos lo duro que puede ser el sistema para las mujeres. No es que con el #HermanaYoTeCreo buscamos que no haya investigación, sino que se cuestionen los métodos que se han utilizado para hacerlo, que nos dejan a las mujeres sin más armas de defensa que nuestras redes sociales.
- La ética feminista tolerante y sin rabia: Ugaz menciona que otras de las cosas que postula Guillermoprieto en su libro es que la ética feminista debería tener tolerancia. Yo no he leído el libro, pero sí escuché una entrevista a la autora, en donde ella aclaraba que este está redactado a partir de su experiencia como mujer no militante. Lo menciono porque muchas veces durante la entrevista, da la impresión de que las opiniones de Guillermoprieto son tratadas como importantes para ser consideradas por el movimiento feminista peruano, incluso como para un fin de “mejora”. Cuando lo que expresa la autora, en cambio, es que el libro refleja sus cuestionamientos acerca del feminismo. En ese sentido, desde el desconocimiento puedo entender que se perciba que el feminismo debe ser tolerante, dialogante y conciliador. Pero el feminismo no es solo el sector mainstream que reproduce discursos vacíos ni el academicismo que muchas veces puede ser excluyente; el feminismo también nace desde la rabia, el dolor, la injusticia, la cólera, el llanto y la marginalización. A ese feminismo muchas veces invisibilizado
- “El activismo promueve su causa frente a lo que sea”, concuerdan Paola Ugaz y Álvarez Rodrich en su conversación, cuestionando que una periodista pueda ser feminista o viceversa: ¿Puede ser el periodismo activista? Esta es una discusión frecuente y que da para largo. A pesar de que ambos periodistas abordan este punto como una verdad irrefutable, lo cierto es que en el mundo cada vez más se habla sobre periodismo activista, tanto como se cuestionan los principios de la objetividad periodística. Para mí, el activismo no se traduce a una práctica lobbista como lo quiere hacer ver Álvarez Rodrich, el activismo es asumir una causa y llevarla a cada espacio de tu vida. No se contradice con la búsqueda de la verdad, pero sí con la objetividad que todavía, algunos medios demandan del periodista. Lo cierto es que el periodismo también se transforma; y sobre todo ahora, en épocas en donde cualquiera puede ser creador o creadora de contenidos. Debemos trabajar en unen un periodismo que no solo cumpla con la labor de informar -que es digamos, lo mínimo que se espera- sino que tome postura frente a lo que pasa. Y tanto la República, como todos los diarios del país, lo hacen, solo que prefieren no reconocerlo o en todo caso, piensan que eso es neutralidad.
Es importante reconocer que, al debate sobre la comunicación, el género y los derechos humanos, llegamos tarde como país. En la región ya hay países que han tomado la delantera; por ejemplo, en Argentina el año pasado se presentó un proyecto de ley que busca paridad y equidad en los medios de comunicación. Brasil, por otro lado, cuenta con Paula Cesarino Costa como primera editora de diversidad. Es urgente seguir conversando, cuestionandonos y debatiendo desde lo que nos exige la sociedad de hoy, Pero, sobre todo, es importante hacerlo con responsabilidad, con información y priorizando nuevas voces o voces históricamente silenciadas. Que es, precisamente lo que debería primar en la búsqueda por la verdad.
Algunas lecturas complementarias:
Sobre la importancia e impacto social del Feminismo digital en Latinoamérica.
Sobre Ética feminista.
Más sobre Ética feminista.
Sobre la diversidad de feminismos.
Suiry Sobrino Verástegui es periodista con especialidad en estudios de género por la Universidad de Chile, estudiante del diplomado de Comunicación, género y derechos humanos de la organización Comunicar Igualdad de Argentina y activista por una comunicación feminista.
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