Comodín
Entre el Hammamat o el Gineceo
prefiero un último trago (a copa cerrada)
hasta ahogarme
muy lento
por el tronco y su dorada rama.
Quiero jugar al alarife
y llenar de tapial mi propia casa
donde pueda guardarme
–en el baño o en la sala–
entre puertas y ventanas;
postrar por la mirilla
la elección adoselada
de una voz que a gorgoteos
resucite
el patio, su zaguán en recodo,
dos o tres jardines
y una alberca sinfín en abundancia,
para desbordarme así
en la lámina
de una redoma imaginada.

Comodín. Publicado en la revista Punto en Línea, núm 88. Jul-Set- 2020
Anfitrión
Como son dos actos los que el sol
programa día con día,
el huésped aprendió en imitación
y entró desde hace muchos techos en un haz doble:
A veces se corona bienvenido,
come, se arropa, dormita y si le da oportunidad,
descubre el altar de los deseos y reza a su santo favorito.
Otras muchas veces, debe quitarse
el vestido de lino y el anillo de sello
y jugar al enfermero
que no dobla la faz de su firmeza
ni aún cuando conoce
el desierto eremita
en el envés de su máscara.

Anfitrión. Poema publicado en la revista Punto en Línea, num. 87-88, julio-septiembre 2020.
Mi madre es un extraterrestre
Puede ser que algún día
invitemos a un habitante de Marte
para un fin de semana en nuestra casa.
ROSARIO CASTELLANOS
Mi madre es un extraterrestre
que domina la tierra de
los andamios ocultos al pasado,
las cuentas del alcohol ante su padre
y una que otra espiga de esperanza
guardada para siempre entre su vientre.
Cuando se pone el casco,
se pintan nacarinas cada flor de paño
y deja ver sólo en su mirada horizontal,
la coartada perfecta de su vilo
amarrado al planeta en afecciones.
Sus manos enguantadas –llenas de espacio–
convergen en la asfixia ciega de un virus
que aturde cuando acercamos nuestra lupa
a una solar distancia calculada
sin saber nada del humano o su herencia hormiga.
Mi madre sabe que enmudecemos
mientras mentimos decididos
y en la cama decimos con coraje:
¡somos inmortales!
Lo sé porque anoche algún hermano mío
levantó en alto una bandera blanca
con ayuda de otro brazo,
y cerca de las doce terminó su ritual
por designio ajeno
bañándose en tierra caliza.
Mi madre es y nos deja ver y sabe,
pero no son sus cuidados o su mote
los que nos impiden compartirle
un abrazo de media tarde
o la sopa de mar salado.
Es que no podemos entrar ni salir de nuestro yelmo
–¡estamos encerrados!–
como ella noble sí lo hace
cuando viste sin peligro
su extraña bata blanca.

Mi madre es un extraterrestre. Poema inédito realizado en 2020.
Mariana del Vergel (Aguascalientes, 1998) Es estudiante de Letras Españolas en la Universidad de Guanajuato.
Fundadora del Encuentro Nacional de Revistas Literarias (ENAREL) “Fernando Benítez”. Miembro de Pigmalión, grupo organizado por la difusión literaria en Guanajuato.
Ha publicado sus poemas y ensayos en diversas revistas literarias como Punto de Partida, Punto en Línea, Campos de Plumas, Página Salmón y Maremoto Maristain. Ha participado en coloquios y seminarios de literatura en torno a poesía hispanoamericana del siglo XX.
Obtuvo el primer lugar en la tercera edición (2019) del concurso coordinado por la FeNaL “Mundos posibles” con la categoría de poesía.
Actualmente es directora editorial de la revista de creación y crítica literaria Los Demonios y los Días (www.losdemoniosylosdias.com)