El cuarto de la Luna
Para que nadie interrumpiera el curso de la luna
alquilé un cuarto
para poder soñar.
En él veía el puño cerrado del otoño
abierto como mi herida
¿pero por qué hablaba tan bajo
si dolía tanto?
¿Por qué mi voz amaneció sin voz?
Y yo pasé tantos años esperando
pero no pasó nada
porque no pasó nada en mí.
O tal vez sí, tal vez
un perro abandonado
ladró allí abajo
y toda esa ternura
que guardé para los tiempos
en que el otoño
se hiciera seda brillante
y me amara como el mar ama
se quebró
Pulsé la honda como arpa/ armé la piedra de belleza y verdad
la hice redonda/ la limé en mis labios imanté/ sus orillas de susurro
La luminosa naranja de la tarde/ se desangra No sueña el árbol derribado
en la esquina de la tarde Y eché serpientes por los ojos y fui vómito/ vena desangrada por su odio
Y pensé que iba a reventar de tanto miedo/ pudriéndome en tanto terror y no pude creer que alguien vería en mí algo más que un mundo/ a orillas del colapso/ un alarido animal aullido aullido inmenso azul /arrojado sobre mis ojos la bóveda celeste /arropando el círculo voraz
me devoraba todo/ yo misma fui el silencio que se devoraba
Ah, todos me decían que la vida era tan larga
que ya habría tiempo.
Y mientras crecía en mí la muerte, la mentira.
Yo era una ruina abierta al público
El dolor del mundo
Pensé que yo era el Dolor del mundo.
Y mi lengua dejó de hablar y se puso a lamer /la larga herida el Alarido
Soy un alarido/ que rompió el muro del silencio y se hizo sangre/ rasgada en el cielo
Yo soy la venida, yo soy la avenida violada/ en su primera noche a la intemperie
La luna no tiene casa /ni hotel para acostarse /
siquiera una noche/enlazada a su sueño
de paludismo y fiebre/la luna no tiene un cuarto
mengua mientras delira/cambia de tono y timbre,
declina y decrece/adelgaza enfebrecida en su alucine
/se desfigura y transfigura/ por eso crece
llama a la marea/ desde su cama recostada gime
deseo y distancia/confundidos en un solo goce
de atraer agua que se pliegue a su tacto/a su aullido de loba en brasa
llama/de salitre y brama
llama /a todos los que rondan en la noche,
velando vigilándose siguiendo
el toque de queda, la hora prohibida
¿Quién esperas que caiga
desde el pozo del cielo?
¿Quién quiso interrumpir tu curso transparente
con qué fin alzó su hiedra
para tapiar tu vista al muro?
Cuando abriste la ventana de tu cuarto/ todo era quietud como en un cuarto de niño:
el caballo de trapo recargaba la cabeza/ sobre la mecedora /cerraba los ojos
Recordando en la penumbra/ el cráter en medio del techo
su fractura azabache y obsidiana/ tus dedos enamorados de su filo.
cuando Abriste la ventana dejaste entrar al día
como un río olvidado de su curso,
lo dejaste inundar tu selva blanca,
y yo dejé que tomaras tu rumbo,
como lápiz que traza su designio
débil pero seguro
sobre la hoja en blanco
sobre la hoja en blanco temblando.
sobre la hoja
en blanco
El cerco de las noches
Madura la quema de los huesos
en la mano floreciente del insomnio.
Temes que empiece
el cerco angustiante de las noches,
tus ojos yertos
frente al espacio
Las estrellas asombradas.
El gran silencio
de la ceiba de la noche
nace un barco
su luz de fría espiga
angustia la piel enferma.
Te interrogan los rostros en la noche
y no sabes qué responderles
a los astros en la noche.
Miras hacia arriba:
el palacio de imágenes
tejidas en el techo de tu cuarto
se han venido abajo
los horizontes
sobre tu rostro,
ha caído el tejado del mundo,
aboliste la distancia al destruirla,
has cercado lo que amas
mientras la alta barricada de la noche
se disuelve como polen
en el aire.
El canal
Cuando me tocas
recuerdo mi condición de río
atardezco contigo nuevamente
y el otoño camina más despacio.
Todo resbala por nosotros,
ecos y épocas ascienden y descansan.
Crece el pasto hacia dentro del invierno
Se apaga la escarcha lentamente
Siento tu rostro girar hacia el mío,
rehilete empujado por el viento.
Son tus ojos un canal encandilado
donde transcurre un pétalo-velero
(y yo miro emigrar en las acequias
el polvo de un oro desterrado.)
Tus manos son raíces, abren canales en mi piel,
vetas iluminadas por tu tacto.
A media noche una garza abre el río con su grito
y bajas a beber la claridad del canto.
El río asila noches blancas, mece tibias luces. Cabecea.
Amanece un alba tenue. Gotea toda la noche
el rumor que me navega.
Se estremecen los sauces,
la ribera se enciende en un susurro
alza el vuelo el alba
arde una hoja sobre el agua.
cascadas de horizontes
se desploman sobre la hierba
y un tremor de basaltos atestigua
el origen de la flor entumecida.
Una piedra se hunde hacia el silencio
y no queda de nosotros
sino el limo tenaz
hasta el fondo del estanque.
Estos tres poemas: El cuarto de la Luna, El cerco de las noches y El canal están contenidos en el poemario «El cuarto de la Luna» (2020). Proyeto Literal.
Violeta Orozco (Ciudad de México, 1989). Poeta bilingüe, traductora y ensayista.
Egresada de Filosofía y Letras inglesas por la UNAM, Maestra en Lengua y Literatura Hispánicas por Ohio University. Ganadora del Premio Nacional Universitario de Poesía José Emilio Pacheco 2014.
Actualmente realiza el doctorado en Letras Hispánicas en Rutgers University en New Jersey, donde investiga poesía y performance feministas de chicanas y mexicanas, da clases y traduce poetas norteamericanas.
Es autora del libro de poesía «El cuarto de la luna» (2020) publicado por editorial Literal. Ha publicado en revistas como Punto de Partida, Carruaje de Pájaros, La Palabra y el Hombre y en varias antologías de poesía de EU.
Junto con la periodista peruana Claudia Cisneros-Méndez, ha organizado múltiples lecturas de poesía multilingüe, feminista y activista en donde ha reunido a poetas de latitudes tan diversas como Estados Unidos, República Dominicana, Puerto Rico, Costa Rica, Arabia Saudita, Perú y Argentina con el colectivo «Speak Up Women» que fundaron.
Actualmente está traduciendo el libro «Les reflets du verbe» del poeta algeriano Hamid Larbi.